Santa Eulària Màrtir
Santa Eulária des Riu
Comentario diario

Jueves V semana T.O.

El martes leímos el primer relato de la creación del hombre, que cuenta con una perspectiva distinta pero complementaria a la de hoy. La diversidad de géneros, varón y mujer, no es conveniencia social, sino un acto creador de Dios.

Y unido al comienzo de la existencia humana, aparece el primer mandamiento de la ley de Dios (atendiendo al lugar en que aparece dentro de la Escritura): «Sed fecundos y multiplicaos». Hoy lo explica de otro modo: «Abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne». En esa unión «en una sola carne» se produce el cumplimiento de ser «fecundos» y multiplicarse. Es la generación de los hijos.

No es mera arbitrariedad que sea así. El varón por sí mismo no puede ser fecundo; ni tampoco la mujer. Sólo en la comunión de los dos puede generarse un tercero. Cada ser humano tiene su origen en una unión de varón y mujer, y en esa unión, se dan a la vez los vínculos más importantes de nuestra vida: el amor del esposo y la esposa; el amor de padre y de madre y de hijo. Paternidad y filiación, estos son los apegos esenciales que dan origen y sentido a nuestras vidas. En esta ecuación divina, nada está hecho al azar: guarda una íntima relación con la dignidad que tiene el ser humano como imagen de Dios.

En el acto creador de Dios encontramos el sentido del hombre. Sin ese fundamento, el hombre se desintegra, deja de encontrar su identidad y acaba perdiéndose en las tinieblas del interés, la utilización y la esclavitud de sus semejantes.

Las peores heridas que encontramos en este mundo son las que afectan a la filiación, a la paternidad y maternidad, y al amor entre esposos. El diablo, envidioso de la belleza de la comunión, rompe al ser humano en lo más íntimo destruyendo los apegos esenciales, o hiriéndolos cuanto más mejor. Por eso, el empeño más bello y el reto más importante de la familia es luchar por su unidad, reflejo de la comunión de Dios.

¿Quién es más importante en la familia: el padre, la madre o el hijo? En los bautizos, donde explico siempre esto, los más atrevidos caen en la trampa, y afirman «el hijo». Es una ecuación en la que no puedes quitar ninguno de los tres, como en una silla de tres patas, ninguna de ellas es secundaria. ¿Quién es más importante en la Trinidad: el Padre, el Hijo o el Espíritu Santo? ¡Imagen y semejanza de Dios, eso es lo que somos y eso es lo que siempre seremos!

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